Buena tarde/noche de viernes (según su huso horario), amigos. Hace tiempo que tengo el post que voy a publicar en borrador, así que voy a sacarlo a la luz.. de sus pantallas;)
Hoy Dios- a través de un sacerdote- me felicitó por haber sido valiente. Pero he aquí que mi “valentía” consistió en ir a confesarme después de “un tiempo”. Menuda valentía 😉 . Para los que no lo saben, en la confesión, el sacerdote hace las veces de Cristo. Por eso digo que Dios me felicitó. Además de esta felicitación, ya he recibido otros desconcertantes comentarios como “qué confesión tan bonita” y otros por el estilo.
Qué paz da pedir perdón. Especialmente, al único que lo perdona todo y lo olvida, como si nunca hubiera sucedido. A la confesión no acudimos sólo cuando cometemos un crimen, robamos u otros casos “extremos”. Si pensamos un poco, todos sin quererlo- o queriéndolo- nos equivocamos- hablamos en mal tono, maltratamos a alguien, criticamos, y una larga lista de etcéteras… y muchas veces omitimos hacer el bien. El pecado es eso que hacemos o no hacemos que pone triste a Dios. Y todos nos equivocamos. Como dijo Jesús a los fariseos y escribas “El que no tenga pecado, que arroje la primera piedra.” El resultado ya saben cuál fue.
Admiro el trabajo del sacerdote, por la alegría, la paciencia y la abnegación con que reciben los desechos que de a poco van volviendo oscura nuestra alma.
Pienso en la confesión como en un cepillito que- con presteza- va limpiando nuestro corazón hasta dejarlo puro, limpio como la nieve nueva.
Además de la santidad de los sacerdotes en cuestión, es Dios que está ahí, paciente, cariñoso, alegre, esperando… para devolvernos la paz que se nos ha caído por algún sitio.
Me ha encantado tu entrada….empezar leyendo algo así un sábado es precioso. Un beso enorme
Gracias, Winnie!! Qué linda!! Un beso gordo
Excelente, me ha gustado mucho. Nada como empezar el día en positivo. Gracias Vero, un abrazo
Gracias! Un abrazo para ti!
Me alegro un montón! besos!