María y Estanislao nos recibieron en su casa. De a poco también nos recibían en su corazón y nosotros a ellos en el nuestro. Pamplona es el hogar y el exilio; páramo y florida arboleda; magmático llanto y golondrina risa. Dejabas de ser ciudad fotografiada como si aún fuéramos turistas. La fotografía daba paso a la realidad; la nostalgia a la presencia.
De ti, candoroso pimpollo, nos venía de lo alto la sonrisa, la osada carcajada: melodía en que se transformaba cada tic-tac del tiempo. La risa de Olguita montada en la ambulancia-decoraba el silencio. De conductora y tocando el claxon, sin carnet y con un solo pie, atisbando alcanzar el suelo, así también reiríamos. Pero, ríete tú, que tu risa, por inocente, es la más hermosa.
Los amigos, una delicia compartir con ellos y sentirnos parte de su corazón.
Besitos
Sí! Y qué especial es cuando estamos lejos de “casa”. Besos!